Apple 1 - FBI 0: La batalla por nuestros datos

La batalla entre las empresas tecnológicas y el Gobierno de los Estados Unidos vivió el pasado martes un nuevo episodio, cuando una jueza federal ordenó a Apple que ayudara al FBI a desbloquear el iPhone usado por uno de los autores del tiroteo de San Bernardino, en el que murieron 14 personas.

Al cabo de unas horas, Tim Cook, CEO de Apple, anunció que no seguiría una orden que calificó como “una amenaza sin precedentes” y publicó una carta abierta explicando sus razones (te recomiendo leerla como ejemplo de la relación que una marca puede establecer con los consumidores). En su resistencia, Apple ha encontrado el apoyo de otros gigantes de Internet, como Twitter y Google.

 

¿Se está negando Apple a colaborar con la justicia?

No exactamente. Apple ha colaborado activamente con el FBI en la resolución del caso, pero esta petición va más allá. De lo que se trata no es de desbloquear un único teléfono, sino de facilitar al FBI que lo desbloquee por sí mismo, poniendo a su disposición un software que burlaría el sistema de encriptación que llevan por defecto todos los iPhones. Este software todavía no existe, habría que desarrollarlo, e irónicamente iría en contra de todos los avances en seguridad creados por la empresa. El iPhone es tan seguro que ni la propia Apple tiene forma de acceder al contenido que se almacena en él.

Apple piensa que crear una llave maestra que permitiera entrar en cualquier aparato implicaría la desprotección de todos sus usuarios. Una vez creada esta llave y entregada a terceros, nadie podría garantizar el uso que se hiciera de ella. Imaginemos por un segundo que nuestras fotos, contraseñas, tarjetas de crédito, contactos, dirección física...cayeran en las manos inadecuadas. Esto es lo que ha llevado a Tim Cook a tomar esta resolución.  

 

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Recordemos que la decisión de Apple de mejorar la encriptación de sus dispositivos se tomó como una reacción directa al caso Snowden, quien denunció en 2013 los programas de vigilancia masiva llevados a cabo por el Gobierno de los Estados Unidos.

 

¿Qué implica esto para el ecosistema de investigación de mercados?

La promesa que siempre ha defendido nuestra industria ha sido la de actuar en base al consentimiento informado, la confidencialidad, y a utilizar con una finalidad legítima los datos proporcionados por las personas. Durante décadas, estas buenas prácticas han logrado cimentar una base de confianza entre organizaciones  y participantes.

¿Pero qué puede suceder si las personas se sienten atacadas por los gobiernos? ¿Cuánto tardaría en contagiarse esta desconfianza al resto de organizaciones? ¿Qué pasaría si los ciudadanos no creyeran en la neutralidad de nuestra industria? ¿Quién se atrevería a participar en actividades de investigación potencialmente intrusivas?  Cualquiera de estos escenarios sería devastador para nuestro sector.

Pese a ser una decisión éticamente compleja y con aristas, creo que debemos celebrar la determinación de Apple: porque es una medida transparente que protege nuestra intimidad. Como industria, necesitamos poder decirle a las personas que sus datos estarán a buen recaudo y que serán utilizados legítimamente. Nos estamos jugando nuestro mayor activo: la confianza que las personas han depositado en nosotros.

A futuro, es deseable que nuestra intimidad no esté al arbitrio de un Gobierno o de una empresa, sino que vivamos un amplio debate público al respecto, que encuentre un balance socialmente aceptable entre el derecho a la privacidad y el derecho a la seguridad.

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