Predecir lo que no sabes que existe

Uno de los capítulos más interesantes de la Señal y el ruido de Nate Silver es el titulado "Lo que no conoces puede hacerte daño".

A lo largo de su obra, Silver nos detalla todo tipo de problemas predictivos. Documenta casos de éxito (como la predicción meteorológica), fracasos (como las predicciones económicas) y áreas en las que ni siquiera hay una esperanza razonable de llegar a tener éxito (como la predicción de seísmos).

En este capítulo el autor se centra en una cuestión aún más compleja: las predicciones que fallan porque ni siquiera se buscaba en el lugar adecuado.

 

Pearl Harbor, un ataque inesperado

Para ilustrar el problema, Silver recurre a un episodio trágico de la historia de Estados Unidos: el ataque de la armada japonesa a la base militar de Pearl Harbor.

 

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Existían múltiples indicios que podían hacer pensar en ese ataque. Las relaciones de ambos países se habían deteriorado mucho en 1941. Los movimientos de tropas y señales hostiles habían sido numerosas durante el periodo previo al ataque. De hecho, Estados Unidos había desplazado gran parte de su marina a Pearl Harbor como medida de precaucación.

Sin embargo, el ataque japonés pilló totalmente desprevenida a la flota norteamericana. ¿Cómo pudo fallar de forma tan estrepitosa la inteligencia militar estadounidense? Las razones son una buena enseñanza para cualquier investigador.

La primera razón es que la inteligencia norteamericana trabajaba casi exclusivamente con la hipótesis de un sabotaje, no de un ataque directo. En Hawai viven muchos descendientes de japoneses, lo cual alimentó esa teoría. Para poder proteger mejor la aviación de un sabotaje, se optó por aparcar todas las naves agrupadas, lo que hizo más dañino el ataque japonés.

La segunda razón, aún más sorprendente, fue el silencio. Los americanos habían logrado descifrar el código de encriptación usado por los japoneses en sus comunicaciones diplomáticas, pero no el usado en las militares. Aun así, la recepción de dichas señales facilitaba la localización de la flota japonesa en el Pacífico.

Sin embargo, unos días antes del ataque, la armada japonesa dejó de emitir señales de comunicación. Los americanos interpretaron esa señal como un repliegue de la flota, lo que haría imposible recibir señales. Por el contrario, lo que estaba sucediendo es que la flota avanzaba hacia Pearl Harbor en total silencio, preparando un ataque extremadamente dañino.

 

El célebre desconocido desconocido

Muchos años después, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa del gobierno de George Bush, daba una buena explicación a este tipo de fallos predictivos.

 

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Según Rumsfeld nos enfrentamos a diferentes tipos de problemas:

  • Los conocidos conocidos (known knowns), problemas que sabemos que existen y que los conocemos suficientemente como para resolverlos.
  • Los conocidos desconocidos (known unknowns), problemas que sabemos que existen pero que no hemos resuelto.
  • Pero sin duda, los peores problemas son los desconocidos desconocidos (unknown unknowns), los problemas que ni siquiera sabemos que existen.

Para Rumsfeld, el ataque de Pearl Harbor era un desconocido desconocido. La inteligencia norteamericana no detectó el ataque porque no contemplaba esa opción, trabajaba con otros escenarios. Es imposible detectar una señal si ni siquiera la estamos buscando.

La misma teoría de los "unknown unknowns" suele emplearse para explicar los ataques a las torres gemelas el 11-S. Para muchos analistas, estos ataques eran impredecibles. Pero, ¿fue realmente así?

 

La probabilidad de los sucesos poco probables

Silver hace un análisis de hasta qué punto estos ataques eran impredecibles desde dos puntos de vista: (1) ¿era esperable un ataque de esta magnitud?, y (2) ¿había indicios que, de haberse detectado, podrían haber evitado este ataque concreto?

 

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Respecto a la primera cuestión, Silver compara la probabilidad de un ataque terrorista con la de un terremoto. Ambos fenómenos tienen una característica común: la frecuencia con que ocurren es relativamente alta para los fenómenos de magnitud pequeña y baja para los de magnitud grande. En el mundo se registran centenares de pequeños terremotos cada año, terremotos que pasan prácticamente inadvertidos. Por el contrario, los grandes terremotos de escala 7 u 8, son fenómenos raros que ocurren muy ocasionalmente pero que tienen una enorme capacidad de destrucción.

El terrorismo sigue una pauta similar. Anualmente se registran gran cantidad de actos terroristas, la mayoría de los cuales no ocasiona víctimas mortales. A medida que estudiamos atentados con mayor número de víctimas, su frecuencia disminuye.

Un atentado como el del 11-S no se había observado antes en la historia. Pero, ¿significa eso que era totalmente impensable que sucediese? Responder a esta pregunta es equivalente a preguntarse si es posible que suceda un terremoto de 8 puntos en la escala Richter. Y la respuesta, obviamente, es afirmativa. Ambos son sucesos infrecuentes, pero no improbables. Son cosas diferentes. Los grandes terremotos pueden suceder cada 20, 30 o 60 años. Lo mismo sucede con un gran ataque terrorista.

Ambos fenómenos siguen un comportamiento conocido como ley potencial (power law). La frecuencia con que ocurren los fenomenos decrece potencialmente con la magnitud de los mismos. Si trazamos esta relación magnitud-frecuencia en el caso del terrorismo con datos anteriores al 11-S, el resultado nos indicaría que la frecuencia esperada de un atentado de esa magnitud era de 1 suceso cada 80 años. Es poco frecuente, pero está lejos de ser imposible.

 

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Está bien, sabemos que un atentado como el del 11-S no era impensable. Pero detectarlo e impedirlo es una cosa diferente. A fin de cuentas, no somos capaces de anticipar la aparición de un gran terremoto. ¿Podría haber evitado la inteligencia norteamericana el 11-s?

La respuesta nos la da nuevamente el famoso "unknown unknowns". Antes del 11-S se habían producido atentados de gran magnitud, había precedentes de ataques con avionetas e incluso se detuvo poco antes a un sospechoso (Zacarias Moussaoui) por haber solicitado de forma atípica un curso de aviación para manejar un Boeing 747 cuando apenas sabía volar. Hubo numerosos indicios, pero nadie mirando en la dirección correcta. Paradójicamente, al contrario de lo que sucedió en Pearl Harbor, Estados Unidos contemplaba la posibilidad de un ataque exterior; en ningún caso contempló el escenario de ser atacado con sus propios aviones provenientes de vuelos domésticos.

 

Enseñanzas

La historia de los fenómenos infrecuentes nos recuerda la importancia de mantener la mente abierta, de contemplar todas las posibilidades. Es una cualidad imprescindible para un buen investigador. Trabajar con escenarios rupturistas - o catastróficos - quizá podría haber hecho correr mejor suerte a empresas como Kodak. ¿O acaso no era posible predecir el fin del carrete fotográfico?

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