“Thinking, Fast and Slow” de Daniel Kahneman (VI)

Los dos “yo”

La última parte de “Thinking, Fast and Slow” fue la que me pareció más reveladora. Está dedicada a los dos “yo” que conviven en nosotros en el momento de tomar decisiones. Las implicaciones que tiene esta teoría, no sólo en el ámbito profesional sino en el personal, son importantes.

 

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Utilidad experimentada vs utilidad de decisión

Los teóricos de la decisión inventaron el término “utilidad” para referirse a algo un poco difuso, relacionado con el placer y el dolor. La utilidad es el valor que otorgamos a las consecuencias de una decisión, al retorno esperado. Decidimos aquella opción vital que más utilidad tiene.

Pero, ¿coincide la utilidad de una decisión con la utilidad que experimentamos? Es difícil de responder porque no existe algo así como un “hedonímetro”, un medidor del placer. Aun así, se han hecho experimentos para tratar de aproximarse a esta medida.

Supongamos que tenemos unos pacientes a los que se les debe hacer una intervención dolorosa. La intervención tiene una duración diferente por paciente (entre 4 y 69 minutos). A todos ellos se les pregunta cada minuto el nivel de dolor que están sufriendo mientras están siendo intervenidos. Este experimento fue llevado a cabo por Kahneman.

El resultado es una curva dolor-tiempo para cada paciente. Podríamos interpretar el área debajo de esta curva como el dolor total soportado por cada paciente. Es una combinación de la intensidad del dolor y del tiempo que dura.

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Una vez finalizada la intervención, se preguntó a cada paciente que valorase el dolor soportado durante la operación. El resultado fue sorprendente: la respuesta no coincidía con el dolor reportado durante la intervención. Se observaron dos efectos claros que explicaban la diferencia:

  • Peak-end-rule: El dolor declarado una vez finalizada la intervención estaba muy influenciado por el momento de máximo dolor y por el instante final de la intervención.
  • Duration neglect: La duración de la intervención no afectaba a la respuesta. Las personas con intervenciones largas reportaban igual dolor que las de intervenciones cortas.

¿Qué está sucediendo? ¿Realmente es igual de dolorosa una intervención de 4 minutos que una de 69? La explicación viene dada por la gran diferencia entre experimentar y recordar. Los efectos mencionados afectan a nuestro recuerdo.

 

El yo que decide y el yo que recuerda

El hecho de que recuerde el dolor de una manera determinada no significa que coincida con cómo lo he experimentado. En el caso de los pacientes, tenemos ambos datos: el dolor reportado durante la intervención y el recordado.

Esta discrepancia tiene consecuencias en nuestras vidas diarias. Porque, cuando decidimos… ¿quién decide, el yo que experimenta o el yo que recuerda? La respuesta es el “yo que recuerda”.

Te invito a que reflexiones sobre las consecuencias de este hecho. Realizas un viaje de vacaciones catastrófico, con pérdida de equipaje, malas condiciones metereológicas, etc. Pero el último día todo fue bien y pasaste un día espectacular, inolvidable. Pasa un año y llega el momento de decidir tus próximas vacaciones: tu recuerdo del viaje anterior es positivo, debido al peak-end-rule y a la duration neglect. Vas a repetir el mismo tipo de viaje.

El yo que recuerda somete al yo que experimenta y le obliga a pasar por situaciones poco placenteras. Esta disonancia entre recordar y experimentar es un origen de malas decisiones, por lo menos para nuestra experiencia diaria.

Tengo más ejemplos de hasta dónde nos puede llevar este fenómeno. Practico ciclismo con frecuencia. En ocasiones participo en competiciones para aficionados. La tendencia imperante en estas competiciones es emular a los grandes profesionales, diseñando recorridos tremendamente duros por los puertos más célebres del Tour de Francia. Os puedo asegurar que durante esas pruebas vives momentos realmente miserables: situaciones de agotamiento extremo, calambres en las piernas, sensación de impotencia… En todas y cada una de esas pruebas he pensado “qué diantres haces aquí” o “es la última vez que vengo”. En alguna ocasión llegué a pensar “en cuanto llegue tiro la bicicleta al contenedor de la basura y dejo este deporte”.

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Pero todas las pruebas finalizan igual: llegas a meta y vives una explosión de sensaciones positivas, el sentimiento de superación, la gesta, el placer de parar. Es una experiencia en la que le momento “peak” coincide con el “end”. Y la duration neglect es brutal: 8 horas de sufrimiento se recuerdan con una simple llegada a meta.

Sin embargo podrías argumentar en el sentido contrario. ¿Y si el objetivo de hacer un viaje es generar un recuerdo positivo? A fin de cuentas, un viaje dura 10 días y un buen recuerdo te acompaña toda tu vida…

Te dejo a ti pensar quién quieres que decida en tu vida. O quizá la decisión ya está tomada…

 

Finalizamos con este post la serie dedicada a “Thinking, Fast and Slow”. Esperamos que os haya animado a leer el libro.

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