Me sorprendí al descubrir que más allá de ser un derecho individual, la privacidad es un derecho fundamental, reconocido en el artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Y esto demuestra que, desde siempre, preservar la privacidad ha sido una obligación para las empresas, las instituciones, los investigadores y la sociedad en general.
Es una preocupación que se ha agudizado, con el surgimiento de una conciencia colectiva de cuidado de los datos personales que ha llevado a ejercer un mejor control de la información que compartimos. Y con la entrada en vigencia de leyes, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) y otras regulaciones locales.
Con el boom de los datos de comportamiento, y como profesionales de la industria de mercados, surge una interrogante que debemos contestar:
No, así que no hay necesidad de asustarse. Es importante entender que los datos observados son datos «pasivos», pero esto no significa que sean «no autorizados». Si bien los datos de comportamiento contienen información personalmente identificable (en inglés, PII), esto no quiere decir que al usarlos se incumple con alguna ley o regulación en el mundo.
Los datos de comportamiento permiten registrar, entre otras cosas, los sitios web que visita una persona, los términos de búsqueda que utiliza y cuáles aplicaciones usa en uno o varios dispositivos. Esta actividad es registrada a través de un tracker (o medidor), que en el caso de los panelistas premium de Netquest, es instalado con consentimiento previo.
Toda esa actividad online, se entrega en la forma de datos clickstream. Para recopilar estos datos, hemos desarrollado un algoritmo que permite enmascarar las partes de la URL que puedan contener PII. De esta forma, se pueden recolectar y usar los datos sin el riesgo de exponer información personalmente identificable.
Además de que cada miembro de nuestro panel online tiene un identificador. Es un código alfanumérico único por individuo que permite relacionar actividades de un mismo individuo, sin necesidad de clasificarlo por su nombre.
Recuerda no compartir información personalmente identificable. Y haz un uso responsable de los datos, siempre con fines de investigación.
En un lenguaje claro y fácil de comprender (evitando la jerga jurídica) explica qué datos necesitas recopilar. Explica la finalidad de la medición y siempre entrega algo a cambio de la información que comparten contigo.
Cualquier tipo de información sobre individuos debería recolectarse con su consentimiento expreso, según el código ético de investigación de mercados y la legislación actuales.
La autorización debe ser clara y concisa. Te recomendamos eliminar expresiones ambiguas y evitar las letras pequeñas que quedan casi ocultas en los términos y condiciones.
No lo hagas más difícil. Si un panelista desea pausar el tracker o abandonar el panel, está en su derecho de hacerlo (y esto lo estipula el GDPR). Hacer que este proceso sea complicado no es ético.
De hecho, si el proceso de salida es sencillo (y no traumático), se crea o refuerza un vínculo de confianza que puede servir en un futuro para recuperar a estos participantes.
La privacidad debe ser concebida como una estrategia, un elemento que debe estar presente en todos tus servicios desde el momento de su concepción.
Seas tú quien recopila los datos o si contratas a un proveedor para hacerlo, preocúpate siempre por la privacidad. Cumplir con la ley y seguir las mejores prácticas es responsabilidad de todos los actores involucrados en la investigación.
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