En su último libro “Gratis: El Futuro de un precio radical“, Chris Anderson, editor en jefe de la revista The Wired, explora el fecundo uso de lo gratuito en los modelos de negocio digitales, y como la caída de costes de los tres factores tecnológicos base de la red (procesadores, ancho de banda y almacenamiento) explican esta profusa gratuidad: “Al igual que la ley de Moore dicta que la potencia de procesado de un ordenador reduce su precio a la mitad cada 2 años, el precio del ancho de banda y del almacenamiento están cayendo más rápido aún” Como resultado el índice de deflación neto de Internet es de un 50%, lo que equivale a decir que lo que le cuesta a Google emitir un video en YouTube será la mitad el próximo año.
Muy interesante es el pasaje donde explica el lanzamiento de Gmail.com:
El 1 de abril de 2004 Yahoo era el mayor proveedor de correos del mundo con 125 millones de usuarios. La mayoría de la gente utilizaba la versión gratuita 10 Megas, y si la gente quería más, podía pagar por 25 Megas o hasta 100 Megas adicionales. Era un buen negocio (modelo Freemium). Pero en esas llegó Google y anunció un nuevo servicio de email con 1.000 Megas (¡100 veces más que Yahoo!) totalmente gratis ¿Cómo podía reaccionar Yahoo a eso? Teóricamente, Yahoo también se podía beneficiar de la bajada de precios del almacenamiento, no obstante, Yahoo tenía dos factores importantes que no le permitían competir con Gmail:
- Si ofrecía el servicio gratis canibalizaba a sus usuarios de pago, con la pérdida de ingresos que eso conllevaba.
- Yahoo ya tenía 125 millones de usuarios, cuyo coste “de almacenamiento gratis” era mucho más elevado que el de Gmail.
De hecho, Gmail podía ofrecer el giga de almacenamiento sin incurrir en grandes costes. Empezaban con pocos clientes y la campaña de lanzamiento consistió en una estrategia de member-get-member con invitaciones limitadas, que les permitía controlar sus costes y a su vez posicionar su producto como algo exclusivo. La replica de Yahoo era complicada; una vez igualada la oferta de Gmail (con todo el coste que le implicaría) sólo conseguiría que Google doblara su apuesta ofreciendo más – por su ventaja en costes-. De hecho, el único as en la manga de Yahoo eran los costes de cambio para el usuario. Cambiar de correo tiene costes: avisar a todos los contactos, posibles pérdidas de emails, etc. No obstante, allí es donde la psicología de lo gratis jugaba a favor de Google: La mayoría de las transacciones tienen ventajas y desventajas, pero no existe posibilidad de pérdida cuando elegimos un producto gratis, no existe la posibilidad de haber hecho una mala elección. Por ello cuando nos dan a elegir, nos decantamos por lo gratis. Si Google hubiera cobrado algo, ni que fuera apenas un centavo, la estrategia no hubiera funcionado tan bien.
No obstante, ¿cuál fue el “final” de esta historia? ¿Ganó Google la batalla? No, hoy Yahoo sigue siendo el número uno en correo electrónico, pero para seguir siéndolo tuvo que contraatacar lo gratis con la única cosa que le puede hacer frente: lo gratis. Yahoo no podía perder esta batalla, el servicio de email tenía una valor muy estratégico; gracias al email Yahoo fidelizaba a su cliente, que tenía que acudir al site a consultar su correo, y esto le permitía, mediante otros productos, ganar mucho dinero. La compañía puso toda la carne en el asador e invirtió decenas de millones de dólares en servidores y equipos de almacenamiento para ofrecer también gratis su servicio de webmail.
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