Dicen que una vez Tales de Mileto cayó en un hoyo y se rompió la pierna, por culpa de ir mirando las estrellas. Confieso que a menudo corro el mismo riesgo, pero no por andar escrutando el firmamento, sino por observar a quienes me rodean.
Todo empezó con la sociología. No me atrevo a escribir la pedantería de que estudiar sociología me cambió la vida. Pero sí que me entrenó a mirar de una manera sutilmente diferente.
Hay una mirada sociológica sobre casi todo, y te animo a aplicarla, estés donde estés:
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Paseando por la ciudad, puedes averiguar qué clase social vive en ese barrio, cómo habla, dónde compra.
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Cuando estés secuestrado en la enésima reunión del comité de tu departamento, puedes curiosear quién se sienta al lado de quién, cómo viste cada uno, quién ríe espontáneamente y quién solo lo finge.
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En un atasco, puedes estudiar la correlación entre el volumen al que suenan las radios y las marcas de coche.
Las posibilidades son incontables...en los autobuses, en las colas de los supermercados, en los conciertos: nada escapa a su dominio.
Más allá de convertirte en un Sherlock Holmes de bolsillo, la mirada sociológica te inspirará ideas, te confirmará teorías, o te evocará nuevas posibilidades creativas.
Y sobre todo, logrará que nunca te aburras.